CUANDO EL PASADO MOLESTA EN LAS RELACIONES PRESENTES
Un fenómeno que realizamos con cierta frecuencia y no somos conscientes de ello. Por eso muchas veces la pareja es un “medidor” de lo que está aconteciendo. Un paciente de 50 años acude a consulta, su rol, era casi siempre “quejumbroso” no se dejaba ayudar mucho y a sus parejas les hacía ocupar el lugar de “madre”. Mayoritariamente lo que demandaba eran “cuidados maternos” en sus relaciones con las mujeres, a lo que él denominaba “sentirse querido”. Se sentía muy a gusto, cuando le preparaban platos especiales, sus comidas preferidas, no tanto por un tema hedonista de placer, sino por sentirse cuidado, enfermándose con asiduidad, como forma de conseguir recibir cuidados y mimos, sin ser consciente de ello. Generaba que sus parejas desarrollaran aspectos muy maternales, que al no haber sido satisfechos anteriormente (en relación a su cuidador principal), pujaban por salir en cada nueva relación de pareja que iniciaba, sin embargo, nada de esto aparecía cuando estaba solo.
Es cierto que las carencias afectivas no afloran todo el tiempo, en ocasiones están “aletargadas” y sin existir aparentemente. Salen a la luz, bajo ciertos condicionantes, no porque el individuo esté estratégicamente pensando en cómo esconder estas carencias, sino por le propio “sistema defensivo” de la mente, que las activa frente a la posibilidad de establecer un vínculo profundo con alguien.
En una relación nueva, cuando afloran sentimientos de mucha intensidad, en general tiene que ver con que esa relación reactiva sentimientos del pasado no resueltos, con una persona que ha sido muy significativa en su vida, de ahí el supuesto “enganche” con ciertas personas. Lo que el individuo siente es que tiene que ver con su relación actual, su primer sufrimiento ha quedado tan “oculto” y “tapado” que no aparece registro de ello. Pero la imperiosidad en el “reclamo” hacia el vínculo reciente da una muestra clara de lo que está pasando, tiene que ver con un reclamo antiguo.
No se trata de vivir pegados a nuestro pasado, pero en este momento veo tal nivel de “actualidad” , que a mi parecer tiene más que ver con una evitación sistemática de tramitar un pasado doloroso que con un vivir en el presente. Me gusta diferenciar entre presente y actualidad. Lo actual está aislado de todo pasado. Lo actual tiene más que ver con lo que no está tramitado, lo que queda sin elaborar, lo cual permanece sin estar integrado a la personalidad, por eso vamos a encontrar aquí desconexiones, conductas que nos llevan a la repetición compulsiva aunque sean disfuncionales, “actings” (actuaciones, la persona actúa en vez de recordar) etc. Vivir el presente tiene que ver con haber podido tramitar “duelos” en relaciones pasadas. Para vivir un presente, tenemos que haber navegado las aguas del pasado. Nadie hemos tenido padres “ideales”, como tampoco hemos sido “hijos ideales”, no hay ideales, pero el haber hecho un recorrido emocional de nuestras vivencias, tramitar lo que nos ha pasado, faltado y reconocer lo que hemos recibido etc nos hace estar más integrados, más sanos. El estar más sanos nos hace proteger nuestras relaciones presentes, no abrumarlas con emociones que no le corresponden.
A veces resulta muy difícil enfadarse con alguien que ya no está más, o no estuvo nunca (físicamente y/o emocionalmente), y uno termina enfadándose con quién más confianza tiene y/o representa un “vínculo seguro” que puede “tolerar” esa “avalancha” de emociones que le endosan. Me sorprende constatar como en general las personas “esquivamos” los temas dolorosos para no pasarlo mal, y así se forman núcleos que quedan sin procesar a pesar de que la persona insista una y otra vez que eso ya está resuelto. Incluso a los propios profesionales se les pasa por alto muchas veces, dando por realizado un proceso psíquico que no está hecho. Es importante tener en cuenta la dificultad que tiene ciertas personas para elaborar algunos temas.
AYUDAS PARA ESTAS SITUACIONES:
1.- Siempre es una ayuda poner un poco de cabeza cuando hay mucha emoción, el pensar y poder “analizar” lo que nos puede estar pasando es importante. De hecho, a nivel de neurociencia se detectan distintos circuitos neuronales cuando la persona que está muy desbordada por sus emociones consigue relacionarlas y procesarlas adecuadamente.
2.- La descarga masiva de emoción en un momento determinado no sirve más que a corto plazo , pues produce cierto alivio, cuando la emoción no se puede tolerar, pero hay que pensar en las consecuencias que esta descarga a corto plazo trae. Si la emoción es de angustia, dar una vía rápida física como salir a caminar de forma rápida ayudará. En todo caso, hay que evitar una escalada en la cual cada uno suba un peldaño en la acritud.
3.- Una emoción muy fuerte debería de ser casi como una luz roja para hacernos pensar.”¿Por qué estoy sintiendo esto? ¿A qué me recuerda? ¿Qué se ha reactivado en mí? ¿Con quién vivía este tipo de situaciones?” Sin duda la pregunta adecuada nos guiará el camino.
4.- Poder pensar, que no es “rumiar” sobre relaciones y vínculos pasados, nos hacen sentirnos más libres para “elegir” las relaciones actuales o futuras.
5.- Las relaciones elegidas desde tener resueltas carencias son mucho más sanas y gratificantes, están buscadas desde el deseo y no desde la necesidad.
6.- La familia nos toca, no la elegimos. La pareja y los amigos los elegimos. Cuanto mejor resueltos estén nuestros temas, más posibilidades tendremos de realizar un elección genuina.