REFLEXIONES SOBRE EL IMPACTO DEL CORONAVIRUS EN NUESTRO PSIQUISMO
Inevitablemente pensar en el coronavirus nos lleva a pensar en pérdidas y con ellas, toda una serie de asociaciones que me gustaría ir desgranando poco a poco. Primero, tener en cuenta que las pérdidas conllevan procesos de duelos y que la palabra duelo no consiste tanto en olvidar sino justamente en recordar, recordar aquello que perdimos, poder pensar en qué nos aportaba, qué función cumplía eso que perdimos.
Ahora bien, también no es menos cierto, que hay pérdidas y pérdidas. Hay pérdidas más fáciles de tramitar que otras. La pérdida de los seres queridos son las más dolorosas y desgarradoras. Aunque estaréis de acuerdo en que no es lo mismo perder a un padre (que por ley de vida se entiende que así sea, que perder a un hijo, que es contra natura) las dos son dolorosas, pero ese dolor está teñido de un plus de componentes peculiares de cada relación. Tampoco es lo mismo poder despedirte de tus seres queridos que saber que mueren en soledad. Todos son duelos, pero con distintos componentes. Algunas pérdidas pueden ser tan intensas que son vividas como la pérdida de una parte del sí mismo, como si una parte de la propia persona se hubiese ido.
Si bien Freud (1917) nos habla sobre la labor de duelo, haciendo hincapié en la importancia de (descatextización: realizar una retirada de la líbido de la relación o persona perdida, para volver a disponer de esa energía y volcarla en otra relación, proyecto, etc); ahora sabemos que parte de la labor de duelo radica en buscar esa conexión con esa persona para guardar así una relación interna. Esta labor hace que podamos guardar continuidad entre los afectos pasados y los presentes, que haya una integración.
En un self bien consolidado, los sentimientos de duelo son pasajeros, uno los procesa y tiene la capacidad para ir tramitando las pérdidas. Por eso, insistimos en la importancia de realizar duelos, ya que para aquellos que no cuentan con esa disponibilidad y son incapaces de realizarlos, su vida deviene vacía.
Un self bien consolidado se consigue con numeras vivencias en la temprana infancia determinada por los cuidadores principales. El restablecimiento de la continuidad psíquica no depende tanto de adquisiciones cognitivas y de memoria, sino de la naturaleza de las relaciones de apego tempranas. Que un adulto cuente con un trabajo exitoso y una familia no garantiza nada. Los motivos y experiencias infantiles funcionan por debajo de la aparente madurez emocional, inciden en nuestro ser haciendo que sintamos de cierta manera y afectando nuestra conducta. De aquí que la aparente coherencia del relato de la persona muchas veces, genere una especie de disfraz que le protege de una otra verdad aún mucho más dolorosa.
En este momento de pandemia mundial, el Covid 19 nos ha tocado varios flancos: el sentimiento de seguridad básica, pues no sabemos cómo mantenernos a salvo a nosotros mismos y a nuestros seres más queridos. Esta impotencia y frustración nos pasa una factura emocional. Las pérdidas tan grandes que hemos y estamos viviendo: pérdidas de personas queridas, de no poder acompañar al sufriente, del sentimiento básico de seguridad, de la cotidianidad, del contacto físico, de caricias, de certidumbres, de predictibilidad, de puestos de trabajo y con ello: sentimiento de identidad, proyectos, confort, estatus, grupo de pertenencia, etc… un sin fin de pérdidas que cada individuo tendrá que reflexionar sobre las suyas propias. La persona que cuente con suficiente acerbo emocional tendrá la capacidad de tramitar pérdidas y hacer duelos.
Qué duda cabe que personas que han contado con relaciones de apego seguro, de confianza básica, donde sus necesidades han sido atendidas adecuadamente, estarán preocupadas, pero no se sentirán invalidadas o paralizadas. Tienen confianza en el mundo porque de pequeños han sentido que aunque las cosas se pusieran mal, sus necesidades seguían siendo atendidas adecuadamente y esa sensación de bienestar y confianza la pueden proyectar en el mundo. Tienen la creencia de que las cosas cambiarán y que uno forma parte activa de este cambio. Por ejemplo, si un niño estaba agobiado frente a una tarea y contaba con un adulto que le enseñase cómo abordar una tarea que le resultase abrumadora, guarda en su interior estas vivencias, las cosas son abordables.
Parece que empezar a vivir de otra manera está siendo inevitable. Lo que ahora viene a poner en evidencia el Covid 19 es que debemos encontrar distintas formas: de trabajar, relacionarnos, estar en el mundo, etc… ha trastocado nuestra forma de vivir y apoyaturas que hasta que no nos fallan, no caemos en la cuenta que contamos con ellas: como la salud corporal. Es una oportunidad para hacer las cosas de manera diferente. Que hayan aumentado los abusos sexuales intrafamiliares en épocas de confinamiento, como también la violencia de género, nos está alertando que algo debemos hacer allí!. Cuando en U.S.A se compran más armas y balas, y se temen más saqueos no me siento muy optimista. No obstante, también observo la lucha de la gente, los aplausos en España a las 20.00hrs, los músicos/as alegrando las calles desde sus balcones, las canciones emotivas que han realizado a raíz de esta pandemia, las organizaciones para apoyar a los que se encuentran en situación de desamparo, las ganas de reconstruir, de reparar, de volver a la vida. Porque lo que está claro, es que hemos vivido mucho de destrucción y dependiendo de lo que nos haya tocado y de los propios recursos esto ha sido traumático para muchas personas.
Coincido con autores como Levine, que afirman que el concepto de trauma no se puede reducir a las categorías diagnósticas del DSM (Manual Diagnóstico Estadístico De Los Trastornos Mentales). Trauma no es una enfermedad, es una experiencia humana arraigada en el instinto de supervivencia, con respuestas primitivas a hechos muy dolorosos. El trauma se produce cuando no podemos dar una respuesta física y emocional a una experiencia dolorosa. Cuando nos sentimos abrumados, desbordados por nuestra capacidad psíquica para dar respuesta, la energía se encuentra bloqueada. La renegación, la defensa que hizo posible sobrevivir en condiciones extremas, de ahí la disociación, tiene que permanecer intacta hasta el momento que el dolor pueda empezar a sentirse.
Para quienes el Covid 19 haya sido traumático, ayudarles a descifrar lo que su cuerpo les está diciendo, en forma de somatizaciones, pesadillas, insomnio, es un paso fundamental en el proceso, ya que la renegación les ha llevado a disociar. Contar con un testigo empático que no juzgue nuestras emociones, pero que nos acompañe en el proceso ayudará a no obturar el dolor necesario que todo duelo requiere.
CONSEJOS PARA ESTA PANDEMIA:
-Permite sentir enfado y rabia, hay muchas pérdidas, ten en cuenta que todo duelo oscila entre la pena y la rabia. Si estás muy rabiosa piensa sino estás desplazando algo de otro enfado del pasado. Ten presente que muchas veces el enfado nos protege de no pasar a la tristeza. Esta nos convoca con nuestra vulnerabilidad, en cambio la rabia nos hace sentirnos poderosos.
- No niegues los sentimientos de tristeza, erróneamente mucha gente piensa que si se pone triste caerá en una depresión. La persona que tenga la capacidad de ponerse triste y pueda tramitar psicológicamente pérdidas, estará en mejores condiciones de afrontar nuevos retos. Intenta reflexionar sobre qué cosas perdiste y qué significaban para ti, eso te ayudará a realizar el duelo y recobrar su capacidad vital.
Si te encuentras ansiosa, piensa en cuáles pueden ser los motivos reales para que puedas abordarlos adecuadamente. Si es en relación al futuro, es posible que te estés preguntando: ¿qué futuro de vida nos espera con esto que está pasando?
Si eres un poco hipocondríaco, de más está decir que lo estarás pasando peor, la angustia se habrá disparado, intenta buscar ayuda psicológica.
Mantén las relaciones a través de plataformas.
En general todo lo que puedas seguir manteniendo, hazlo. No dejes que esta situación destruya lo que tanto esfuerzo te costó conseguir, sentir que haces algo por mantenerlo hará sentirte “agente activo” de tu propia vida, lo que aliviará un poco el sentimiento de impotencia.
Asumir que hay cosas en la vida que nos vienen dadas, que no las hemos buscado y poco o nada podemos hacer con ellas, más que aceptarlas como parte de la vida que nos ha tocado vivir, la transitoriedad de la vida. Lo que sí podemos decidir es qué hacer con esto que nos viene dado, esa es nuestra pequeña parcela de acción.
Por último, no olvidemos de la enorme importancia que tiene el arte en todos los procesos dolorosos, traumáticos y humanos. El arte muchas veces ejerce de testigo de acontecimientos del dolor vivido que no puede ser expresado de otra manera. Si nos detenemos en el Guernica, podemos observar en la obra, el horror de la guerra. A la izquierda de su obra, tenemos a una madre con su hijo muerto en los brazos, la deformidad de la boca no puede expresar mejor el desgarro del grito de la madre frente al dolor de pérdida.