EL AUTISMO Y LAS NUEVAS PROMESAS
El autismo con sus diferentes variantes se caracterizan por la falta de respuesta social. Al mes un bebé estará sonriéndonos como respuesta a nuestra propia sonrisa, esto configura un acto social; los niños que sufren TEA (Trastorno del Espectro Autista) manifiestan una sonrisa como consecuencia de sensaciones placenteras de su propio cuerpo, no como un respuesta a nuestra conducta.
El niño autista rara vez mira a su madre a los ojos, no le devuelve la mirada, no entra en esa burbuja de enamoramiento con la madre, tampoco se interesa por explorar su rostro. No manifiesta desagrado cuando su madre se aleja ni alegría cuando ella vuelve, parece no diferenciar personas familiares de las extrañas, por lo tanto no muestra sufrimiento cuando se separa de su cuidador principal.
Tampoco se observa conducta lúdica en él, parece que prima una conducta más bien estereotipada, rutinaria y robótica. No da señales de conducta anticipatoria. Los juegos que más disfruta son básicamente de estimulación sensorial: como las cosquillas, el caballito, etc. los juegos interactivos: como jugar al cucú tras o al escondite no le proporcionan placer.
En general muestran poca curiosidad en explorar su entorno y buscan jugar de manera estereotipada o repetitiva o estimular su propio cuerpo.
El problema del lenguaje es clave en los niños con TEA. No muestran intencionalidad de comunicarse con los demás. La adquisición del lenguaje, se da en distintos niveles, dependiendo del grado de afección que tenga, pero no hallamos intencionalidad comunicativa, lo utiliza de modo inapropiado, fuera de contexto en muchas ocasiones. Cuando el niño adquiere tres o cuatro años este problema se hace más evidente a los adultos. No utilizan los pronombres adecuadamente y el yo prácticamente no existe para ellos. Se muestra carente de mímica, de gesticulaciones y de entonaciones de voz. Es posible que realicen gestos como decir adiós con su mano, pero este gesto no tiene la intencionalidad comunicativa, ni representa un gesto frente a una despedida, por eso en general queda raro ya que lo realiza fuera de contexto.
Sin embargo, en el desarrollo motor el niño con TEA muchas veces parece no manifestar ningún retraso, cumple los hitos evolutivos con aparente normalidad. Otras veces presentan deficiencias motoras, torpeza al andar, caminar de puntillas u otras anomalías.
El control de esfínteres suele ser un tema muy complicado para ellos. Aprender la conducta social de retener y desprenderse de sus heces se convierte en una Odisea , soltar sus deposiciones suele ir acompañado de mucha angustia.
La alimentación también es otra dificultad con la que hay que lidiar, las dietas restrictivas son frecuentes, lo que empeora los problemas gastrointestinales que suelen presentar. El dolor abdominal es un síntoma muy recurrente en ellos.
Un estudio de la Universidad de Missouri destaca los problemas sensoriales y de ansiedad presentes en los niños que sufren TEA relacionados con problemas en el aparato digestivo. La modulación sensorial para ellos es muy una adquisición difícil, fluctúan entre hipo e hiper-reactivos lo que les genera una respuesta totalmente desproporcionada que a su vez produce rechazo de su entorno.
Investigaciones recientes, hacen hincapié en la relación existente entre el autismo y los cambios en la flora intestinal. Si bien no concluyen que estos son determinantes, ya que es un estudio correlacional, promueven la idea que los probióticos podrían mejorar mucha de la sintomatología de las personas que sufren TEA. En la actualidad se está explorando con trasplantes fecales.
Otras investigaciones, también recientes hablan de un cerebro abdominal. Ahora sabemos que cientos de millones de neuronas regulan la actividad intestinal de nuestro cuerpo. Se trata de la colección más grande de neuronas fuera del sistema nervioso central: incluso superan en número a las células nerviosas de la médula espinal. Dan cuenta de muchas funciones gastrointestinales, como de activación o de relajación, de ahí que personas con un nivel grado de ansiedad manifiesten colon irritable u otras afecciones a nivel orgánico. Forma parte del sistema nervioso autónomo, por lo tanto no es voluntario, ni es regulable por la consciencia. Esta captación de información a través de las neuronas abdominales en forma de sensaciones, transmiten al encéfalo (ya que las neuronas del cerebro abdominal son mayoritariamente aferentes) nuestro estado de ánimo tanto positivo como negativo. También existen comunicaciones nerviosas emergentes, del encéfalo al cerebro abdominal, lo que explicaría cómo los sentimientos intensos, el estrés y los hechos traumáticos pueden producir alteraciones gastrointestinales, retortijones, diarreas y vómitos. Los individuos que padecen TEA son propensos a tener disfunciones gastrointestinales, sin desestimar los problemas de masticación y deglución que presentan y que dan cuenta de una parte de ello. Pero no lo explica todo, los que padecen TEA, parecen estár sumergidos en sensaciones de lo más displacenteras e imposible de comunicar, lo que les deja en una situación muy angustiosa. Tal como describe Tustin (psicoterapeuta que se dedicó con devoción a estados primitivos de la mente), la mayor frecuencia de los procesos somáticos en los niños autistas se producen por la falta de representaciones mentales, no cuentan con herramientas psíquicas para representarse a sí mismos y sus conflictos.
Un investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) el Dr. José Lucas del Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED) y su equipo, han descubierto que gran parte de la sintomatología de las personas con TEA (entre ellas la dificultad para relacionarse con los demás) están relacionados con la alteración de la proteína CPEB4, que es la encargada de regular los genes que están comprometidos en la actividad neuronal.
Se abrirán nuevas investigaciones para buscar posibles soluciones. La cura no será fácil, ya que se debería actuar a nivel embrionario que es cuando se desarrolla el TEA.
Aunque no hay dudas en la actualidad de que el TEA es un trastorno fundamentalmente multi-factorial neurobiológico, no debemos confundirlo con defensas autistas como forma de protección frente a situaciones que han podido ser muy traumáticas. Contrariamente a lo que muchas veces se piensa, cuanto más pequeño es el niño, más posibilidades de trauma tiene ya que estamos hablando de un psiquismo muy endeble. Una separación traumática con su cuidador principal puede generar en el niño, dependiendo de su sensibilidad una respuesta de encapsulamiento, resguardarse en sí mismo dando una respuesta y sintomatología parecida a un TEA. Es como si el niño se refugiase en su caparazón sin salir, como forma de garantizarse no volver a sufrir. Aquí estaríamos hablando de trauma, lo que cambia radicalmente la forma de encauzar el tratamiento. Recuerdo una niña de 4 años derivada a consulta, los padres y la colega que me la derivo estaban seguros de que se trataba de un TEA, la madre casi acudía a las sesiones intentando convencerme, que su hija sufría un TEA, resultó ser una niña que había aprendido a retorcer sus sentimientos, por indicaciones erróneas en cómo encarar la sintomatología. De ahí la importancia de un diagnóstico muy ajustado, seguramente si a esta niña se la hubiese tratado como un TEA cada vez hubiese estado más desconectada de sus sentimientos y hubiese desarrollado aspectos muy desconectados y disociados en su personalidad.
En cuanto al tratamiento de los TEA, las formas de abordarlo pueden ser diversas, unas más humanas que otras.
En mi opinión es importante entender las ansiedades primitivas que sufren estos niños para ayudarles adecuadamente. Las primeras experiencias corporales: caerse y desaparecer son frecuente en ellos. Muchos de sus gritos pueden venir de un sufrimiento sensorial, la importancia de poder leerles adecuadamente para darle una respuesta de contención y proporcionarles un poco de bienestar en ese desorden sensorial que muchas veces experimentan. Hay que lidiar con estados primitivos indiferenciados. Ayudarles a sentir su cuerpo como propio (se realiza en el trabajo de la transferencia), es importante su imagen corporal y el desarrollo del sí mismo. Una vez que consigue sentir su cuerpo como propio podemos ir ayudando a configurar una identidad propia.
El autismo muchas veces desdibuja a la persona, es importante poder descubrir a la persona detrás del trastorno para proporcionarle una ayuda individualizada.