Un fenómeno mucho más frecuente de lo que pensamos: LOS MALOS TRATOS
OMS: Más de 18 millones de niños sufren malos tratos en Europa.
Quién trata mal a sus hijos no depende tanto de su carácter sino de que él mismo haya recibido malos tratos en su infancia sin posibilidad de defenderse.
Muchas personas son cariñosas, tiernas y muy sensibles, pero bajo el concepto de “educación” dan rienda suelta a su sadismo con conductas realmente crueles. Compulsivamente repetirán lo mismo que han vivido tempranamente aunque no quieran. Están destinados a ello, ya que no han podido “liberarse” de su propia historia en la infancia. Ésta sigue “intacta”, sin revisar, con figuras parentales idealizadas, con olvidos sobre los actos sufridos en el pasado, sólo recuerdan lo bueno. Es ahí donde el inconsciente les juega una mala pasada y aflora, no en el recuerdo, sino en la CONDUCTA, el maltrato; perpetuando así en sus hijos u otras personas.
Existen tantísimas formas de crueldad…. Una de las peores es negar la posibilidad al niño de expresar su ira y su dolor sin correr el riesgo de perder el amor y la protección de sus padres. Esta rabia, queda reprimida en su inconsciente, lo que será una “bomba de explosión” en un futuro. Deberá entonces quedar reprimida para garantizar que no sale al exterior, con las consecuencias correspondientes, pues el organismo está destinado bien a implotar (el daño va hacia adentro) o a explotar (se dirige hacia otros) o una combinación.
Cuando se es niño, se reciben heridas que al no ser denunciadas por nadie quedan invisibilizadas. El niño no cuenta con la legitimidad del adulto en esta sociedad, se le desacredita, se minimiza su sufrimiento de distintas formas: “estás exagerando”…”está haciendo teatro”…. ( en todo caso habría que averiguarlo). Encima debe mostrar gratitud por “la educación recibida”, es “por su bien”. Olvidarlo todo, es la única salida que tiene el menor, ya que todo lo que desacredite la tal llamada “educación” que propicia el adulto, va a ser negado. La única forma que tiene el niño de “legitimar su vivencia” es a través de algún testigo que le reconozca que eso sí sucedió.
Al llegar a la vida adulta, no le queda otra que descargar la ira acumulada en otras personas o dirigirla contra uno mismo.
Una paciente consigue recobrar un recuerdo doloroso, siendo niña, ella era desordenada. Su padre le arrastraba y le pegaba, él insistía que el desorden era muy importante en la vida. Pero su recuerdo más doloroso fue, cuando el propio padre, le tiraba las cosas al suelo y la hacía recoger, según él para que ella aprendiese a ser ordenada, en aras de una buena educación. La madre era testigo mudo de esto, no hacía ni decía nada. Pese a todo ella sentía que quería a su padre, aunque estuviese aterrorizada.
El que es prisionero del campo de concentración, pese a sufrir todo tipo de martirio, torturas, humillaciones y sentir que el torturador está a su vez disfrutando con el daño que le inflige; así y todo queda interiormente más libre, puede interiormente odiarle cuanto quiera al torturador. La posibilidad de sentir odio en ese momento y dirigirlo a la persona adecuada, compartir este odio aunque sea entre miradas con sus compañeros, le abre la oportunidad de no tener que renunciar y aniquilar su propio yo, dando así origen en un futuro a psicopatología severa como “trastorno bipolar”, (Gabbard, 2002). Un niño maltratado por sus padres, está dispuesto a perdonar y olvidar todo, a asumir la culpa, a no sentir odio, a no guardar rencor. Pues esa es la fuente de donde recibe el amor y la protección que necesita.
En esos momentos no es el dolor físico lo que más hiere (Y eso se aplica tanto a los niños como a los adultos), sino la humillación y la indignación provocadas por la injusticia, por la cruda irracionalidad de todo aquello que lleva a cabo un adulto en posición asimétrica de poder.
La perplejidad de los malos tratos es que, el niñomaltratadomuchas veces acaba portándose mal, así consigue“salvar” con su mal comportamiento a ese padre, convirtiéndole de “arbitrario y abusón” en uno que castiga justamente debido a su “mala conducta”.
También el abandono y la negligencia son otra forma de maltrato, tan vez menos obvias pero no por ello menos dañinas. Actitudes muy severas con los hijos o padres que sólo se preocupan por sus estudios, como si el niño no fuera más que “una máquina” también corresponde a la dificultad de poder tener en cuenta al hijo como persona.
QUÉ PODEMOS HACER SI NOS ENCONTRAMOS ANTE UNA SITUACIÓN DE MALTRATO?
1.- Nunca darle la espalda.
2.- Si somos nosotros mismos los que tenemos este comportamiento acudir a un profesional.
3.- Si es un amigo o familiar, insistir en que busquen ayuda profesional y si no lo hacen es importante la denuncia, no como amenaza sino más bien como freno al maltrato.
4.- Cero tolerancia, no se debe permitir ni un ápice de maltrato, hacer “oídos sordos” no ayuda.
5.- En una situación de maltrato todos los miembros implicados necesitan ayuda psicológica para no volver a reproducir esta forma tan dañina de relacionarse.
6.- Intentar tener siempre presente que aunque hablemos de un niño muy pequeño, es una personano un objeto. Debemos respetarle como a un adulto. Esto no significa no ponerle límites, ni dejar un vacío educativo, pero desde el respeto, no desde la imposición.
7.- Animar a los niños a que expresen sus sentimientos verdaderos, no los que los padres quieren oír. Desarrollar tolerancia hacia los sentimientos de los más pequeños.